lunes, 17 de febrero de 2014

HÉROE - Nuevo cuento de mi primer libro A cuento de nada

HÉROE

Siempre supo que era un héroe. No al uso de los cómics o de las películas, pero sí un hombre valiente que en su foro interno sospecha que alguna vez deberá actuar cómo sólo unos pocos elegidos tienen el valor de hacer.
Jamás comentó esa sensación con nadie, aunque la confianza en si mismo que irradiaba le hacía sospechar que pocos se extrañarían si le vieran un día resolviendo la cruda misión que le aguardaba el destino. No sabía cuál sería, pero llegaría su momento.
Cuando cumplió 73 años y su oncólogo le diagnosticó el cáncer que iba a terminar con su vida, al impacto de la noticia tuvo que sumarle una incómoda sensación de perplejidad. ¿Esto era todo? ¿Esta había sido su vida?.
Tres días antes de morir no pudo guardar más el secreto que le torturaba y se lo confesó a su mujer.
“María, yo estaba destinado a  hacer algo importante, no me malinterpretes, hemos tenido una vida razonablemente buena y he sido muy feliz contigo y con los niños. Además, sabes que nunca tuve grandes ambiciones y con mi trabajo en la aseguradora y el dinero que hemos ganado me he dado siempre por satisfecho, pero ¿No crees que es una pena que jamás haya tenido que enfrentarme a una situación límite? No sé, yo hubiera sabido qué hacer en un atraco, o en un incendio, o en una guerra. Me siento frustrado cariño, es lo único que me faltó en la vida y no quiero morir así”.
Ella le abrazó con un amor que sólo podría entenderse tras 35 años de cariño y de respeto y sonrió. 
Su nieta mayor y más querida, Laura, fue la única que entre las lágrimas sinceras que brotaban de todos sus seres queridos el día del funeral esbozaba una media sonrisa. La abuela, que por algo era la abuela, se percató y al llegar a casa cogidas del brazo le comentó “¿Qué te dijo ayer el abuelo? “. Laura la miró y susurró “Que estoy destinada a hacer algo grande, abuela. Me dijo que tengo el don de la familia para enfrentarme a cosas que los demás no pueden.” Se enjugó las lágrimas y siguió “Me aconsejó que no forzara situaciones pero que si aparecían, no dudara que yo era la única capaz de todos nosotros para enfrentarlas” Siguieron andando. “También me advirtió que no se lo contara a nadie” Sonrió y la miró “Bueno, a la abuela sí puedes, me apuntó guiñando un ojo”.
La abuela, besándola como sólo saben besar las abuelas, le preguntó “¿Y tú le crees?. Laura asió fuerte su brazo, sonrió y, por primera vez en mucho tiempo, inhaló con fuerza y miró al frente.


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