HÉROE
Siempre supo que era un héroe. No al uso de los cómics o de las
películas, pero sí un hombre valiente que en su foro interno sospecha que
alguna vez deberá actuar cómo sólo unos pocos elegidos tienen el valor de
hacer.
Jamás comentó esa sensación con nadie, aunque la confianza en si
mismo que irradiaba le hacía sospechar que pocos se extrañarían si le vieran un
día resolviendo la cruda misión que le aguardaba el destino. No sabía cuál sería,
pero llegaría su momento.
Cuando cumplió 73 años y su oncólogo le diagnosticó el cáncer que
iba a terminar con su vida, al impacto de la noticia tuvo que sumarle una
incómoda sensación de perplejidad. ¿Esto era todo? ¿Esta había sido su vida?.
Tres días antes de morir no pudo guardar más el secreto que le
torturaba y se lo confesó a su mujer.
“María, yo estaba destinado a hacer algo importante, no me malinterpretes,
hemos tenido una vida razonablemente buena y he sido muy feliz contigo y con
los niños. Además, sabes que nunca tuve grandes ambiciones y con mi trabajo en
la aseguradora y el dinero que hemos ganado me he dado siempre por satisfecho, pero
¿No crees que es una pena que jamás haya tenido que enfrentarme a una situación
límite? No sé, yo hubiera sabido qué hacer en un atraco, o en un incendio, o en
una guerra. Me siento frustrado cariño, es lo único que me faltó en la vida y
no quiero morir así”.
Ella le abrazó con un amor que sólo podría entenderse tras 35
años de cariño y de respeto y sonrió.
Su nieta mayor y más querida, Laura, fue la única que entre las
lágrimas sinceras que brotaban de todos sus seres queridos el día del funeral
esbozaba una media sonrisa. La abuela, que por algo era la abuela, se percató y
al llegar a casa cogidas del brazo le comentó “¿Qué te dijo ayer el abuelo? “.
Laura la miró y susurró “Que estoy destinada a hacer algo grande, abuela. Me
dijo que tengo el don de la familia para enfrentarme a cosas que los demás no
pueden.” Se enjugó las lágrimas y siguió “Me aconsejó que no forzara
situaciones pero que si aparecían, no dudara que yo era la única capaz de todos
nosotros para enfrentarlas” Siguieron andando. “También me advirtió que no se
lo contara a nadie” Sonrió y la miró “Bueno, a la abuela sí puedes, me apuntó
guiñando un ojo”.
La abuela, besándola como sólo saben besar las abuelas, le
preguntó “¿Y tú le crees?. Laura asió fuerte su brazo, sonrió y, por primera
vez en mucho tiempo, inhaló con fuerza y miró al frente.
Fantástico Rafa. ;) Todos tenemos esa parte de héroes que sólo unos pocos saben apreciar.
ResponderEliminarMuy bueno,si señor.
ResponderEliminarWow... Me has dejado sin palabras...
ResponderEliminarPor un segundo los pelos de punta...
ResponderEliminarmuy bueno, me ha encantado!!!
ResponderEliminarEstaré tierna, pero de lo que he leído, el que más me ha gustao
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